SEVERO OCHOA
La química de la vida

Sus inicios

Atraído desde muy joven por la Ciencia, ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. La jubilación del gran neurohistólogo y Premio Nobel, Santiago Ramón y Cajal, impidió que Severo Ochoa recibiera sus enseñanzas, pese a lo cual siempre confesó que el gran científico había inspirado su motivación por la investigación y su decisión de profundizar en las Ciencias de la Vida.

Como estudiante de Medicina colaboró pronto con el Profesor de Fisiología Juan Negrín, llegando incluso a crear su propio laboratorio en un piso particular de Madrid. Siendo todavía estudiante, publica su primer trabajo en una revista internacional, el Journal of Biological Chemistry, en colaboración con el Dr. García Valdecasas. En 1931 contrajo matrimonio con Carmen Cobián, natural de Gijón (Asturias). Carmen fue la mujer de su vida, en su amor encontró el soporte familiar que le habría de acompañar en toda su trayectoria, resultando decisivo –según su propia confesión- para el desarrollo de su vocación científica.

Severo Ochoa de Albornoz nació en Luarca (Asturias) el 24 de Septiembre de 1905.

Fisiología celular, transformaciones energéticas y enzimas

Desde muy joven, Severo Ochoa supo acercarse a los grandes líderes científicos de su especialidad, en busca de la dirección y orientación necesarias para su carrera. Pronto colaboró con algunos de los científicos que ensanchaban de forma intensa las fronteras del conocimiento en la vieja Europa. Su presencia en Alemania e Inglaterra le permite colaborar con figuras como Meyerhoff y Peters, al tiempo que le abre las puertas del ambiente investigador de mayor relevancia. Su encuentro con investigadores consagrados y con otros que alcanzarían posteriormente la cima del reconocimiento científico, consolida su formación, le abre al entusiasmo por los avances en el conocimiento de los seres vivos, en especial el funcionamiento de sus procesos esenciales como la obtención y utilización de energía para los procesos vitales, y le confiere las capacidades de un investigador maduro.

Los avatares de la situación española, en 1936, le convencen de la necesidad de emigrar para seguir en la investigación, con lo que se convierte en un exiliado científico. Los conflictos que afectan a Europa le llevan más tarde a buscar, en el Nuevo Mundo, el lugar donde poner en práctica sus capacidades para el trabajo científico. Continúa su acercamiento a los investigadores más destacados. Carmen resulta la compañera imprescindible que alienta e inspira sus mejores anhelos, ayudando a superar las dificultades esenciales. La nostalgia por una España en la que fuera posible una dedicación a la investigación se adueña de Ochoa en su acceso al otro lado del Atlántico.

Tras una estancia de dos años con el matrimonio Carl y Gerty Cori (ambos premios nobel), en San Louis (Missouri) logra trabajar como investigador independiente dirigiendo sus propios proyectos, siempre animado por la clara visión de Carmen que le señala que ha llegado “su momento”. Ello tiene lugar en Nueva York, en 1944, lo que sería el inicio de una larga y fructífera estancia en esta ciudad única. La madurez le lleva con pasos seguros a consolidar paulatinamente su posición en la Universidad de Nueva York (en la que dirigiría sucesivamente los departamentos de Farmacología y de Bioquímica), su laboratorio se convierte en referencia mundial para los estudios sobre enzimas, un centro en el que solicitan la oportunidad de trabajar investigadores de todo el mundo. El reconocimiento mundial no le aparta de su objetivo: avanzar en el conocimiento de los enzimas y el metabolismo de las células.

Desde muy joven, Severo Ochoa supo acercarse a los grandes líderes científicos de su especialidad

Biología Molecular

Una observación inesperada realizada en 1954 en su laboratorio centra la atención de un Ochoa convencido de que a veces llega el resultado trascendente. Se trata del descubrimiento de la polinucleótido- fosforilasa, una enzima que cataliza la síntesis de ácido ribonucléico en el tubo de ensayo. Severo Ochoa se da cuenta de que los ácidos nucléicos se pueden sintetizar in vitro y comienza a analizar las condiciones y mecanismos que rigen estos procesos en las células.

Con ello se abre camino como uno de los promotores de una revolución científica trascendental: la Bioquímica se hace Biología Molecular. El Premio Nobel de Medicina o Fisiología, que le fue concedido en 1959 junto con su discípulo Arthur Kornberg, reconoce una trayectoria brillante como la suya, tras haber protagonizado momentos estelares, al tiempo que refuerza su determinación para seguir avanzando.

Carmen sigue siendo su apoyo en la intimidad, compañera con la que quiere compartir el reconocimiento que su trabajo ha merecido, así como las mejores inquietudes que tiene como ser humano para disfrutar del arte y la mejor creación cultural. Acepta la llamada de España acudiendo con frecuencia en apoyo de la comunidad de bioquímicos que se va consolidando en nuestro país, convencido de que sus esfuerzos por promover una investigación de vanguardia en su país de origen merecen la pena.

Código genético y síntesis de proteínas

En 1960, se encuentra de nuevo como participante destacado en el desciframiento del código genético

Severo Ochoa sabe que sigue habiendo vida científica después del Nobel. Pronto, en 1960, se encuentra de nuevo como participante destacado en una nueva serie de descubrimientos científicos tan apasionantes como sus realizaciones anteriores: el desciframiento del código genético, en dura competencia con otros laboratorios de vanguardia. Ochoa sabe que en la Ciencia hay emoción y deslumbramiento, pero también lucha y sana competencia por alcanzar logros significativos antes que otros.

Los conceptos clave que están en la base de la Biología Molecular se consolidan como paradigma que inspira el desarrollo del nuevo conocimiento. España forma ya parte fundamental de su dedicación y compromiso, los círculos científicos y culturales más destacados le reclaman, Carmen nunca desaprovecha la posibilidad de estar entre los suyos. El resto de su vida científica, desde los sesenta a finales de los ochenta, Severo Ochoa continuó desarrollando una notable actividad investigadora en el campo de la síntesis de proteínas, abordando aspectos fundamentales de los mecanismos que dirigen estos procesos, tanto en células procarióticas como eucarióticas.

España: una deuda con la Ciencia

El convencimiento de que España tiene una deuda con la Ciencia inspira la tarea de Severo Ochoa, ciudadano del mundo y español comprometido. No regatea esfuerzos para convencer a las autoridades y a la sociedad de que una de las claves del futuro es la promoción de la investigación. Emprende muchas iniciativas, forma discípulos españoles, acepta una presencia pública continua que sirva a esa finalidad. Ni siquiera en los años crepusculares, que llegan cuando está definitivamente sólo por la muerte de Carmen, ceja en este empeño.

Museo Severo Ochoa: Un científico apasionado

La Fundación organizó la exposición “Severo Ochoa: un científico apasionado” en el año 2006 para conmemorar el centenario del nacimiento de Severo Ochoa. Patrocinada especialmente por el Gobierno autónomo del Principado de Asturias, fue exhibida en Gijón (Asturias), en Madrid, con el patrocinio del Gobierno autónomo de la Comunidad de Madrid, y en Valladolid, con el patrocinio del Gobierno autónomo de Castilla y León.

La exposición consistió en un recorrido por la vida y la obra de Severo Ochoa, relatado en buena medida por él mismo a través de fragmentos de entrevistas concedidas en distintos momentos de su vida. A través de imágenes, videos y animaciones, se ilustra al espectador acerca de la trayectoria del gran científico que protagonizó momentos estelares del desarrollo científico del siglo XX, acompañado siempre por Carmen.

Hoy se puede visitar la exposición permanente en el Museo Severo Ochoa, en la Plaza de Alfonso X el Sabio de Luarca, la localidad natal del científico.


El museo se encuentra en el Palacio de la Gamoneda, edificio del siglo XVIII. En él se encuentra la exposición permanente sobre su vida y trabajo. La exposición incluye fotografías y proyecciones para conocer su vida, y la de su mujer Carmen. Se pueden visitar también recreaciones de elementos de su vida, como el escritorio donde trabajaba, y el museo cuenta con varios objetos personales.